El gato es una especie animal que se caracteriza por ser estresado. Se describe que cualquier situación o factores que alteren la rutina de un gato podrá gatillar una condición de estrés.
Algunos de los factores de estrés son:
- Ingreso de otros animales a la casa, ya sea gatos, perros u otra mascota.
- Llegada de un integrante nuevo al hogar.
- Presencia de niños (esto en lugares que no hay habitualmente niños).
- Cambios de casa.
- Cambios de alimento y modificaciones en ubicación de fuentes de agua y comida.
- Cambios en el tipo de arena sanitaria.
- Alteración en la ubicación de los muebles.
- Utilización de aerosoles o la presencia de olores diferentes.
- Hospitalizaciones.
- Hotelería.
El estrés en los gatos se puede manifestar de diferentes formas y estas pueden ser observadas inicialmente por su propietario y reconfirmadas por un médico veterinario.
Una de las primeras señales de estrés de los gatos es que no realizan su rutina normal de dormir, jugar, comer y acicalarse.
Muchos gatos disminuyen en forma considerable su consumo de alimento, incluso llegando a no hacerlo.
También dejan de acicalarse permanentemente y se evidencia un pelaje desmejorado, desordenado y se pueden observar nudos.
A veces orinan y defecan en lugares inapropiados.
Dejan de dormir en sus lugares característicos y pueden maullar permanentemente, en ocasiones también se esconden y buscan refugios nuevos.
Las situaciones muy particulares podrían desarrollar agresividad, esta principalmente por miedo.
Es factible desarrollar enfermedades metabólicas como lipidosis hepática o también enfermedades urinarias como la cistitis intersticial o cistitis idiopática.
Pueden desarrollarse lesiones dérmicas como alopecias psicogénicas, sin embargo, esta condición es de escasa presentación y debe ser diagnosticada metodológicamente para poder abordarla apropiadamente, debido a que puede confundirse con otras patologías más frecuentes en los gatos como lo es la atopia.